Cuaderno músico precedido de Morir es un arte · Mariela Dreyfus
Prólogo de Lila Zemborain
ISBN: 978-84-
ISBN: 978-84-
T31 / 10 € / 112 págs.
Hay algo
denso en la poesía de Mariela Dreyfus. Algo que no se desintegra con el hueso.
No viene de Vallejo aunque lo circunda de cerca, esos heraldos negros que
invitan a cantar. Es una música oscura. Y es que aquí hay deseos que sucumben a
los estratos del dolor y de la muerte ejerciendo su dominio hasta que el cuerpo
ya no da más. El cuerpo es el predestinado al placer, que se afirma porque sí,
por narciso, por amor, o por la sola aventura de juguetear frente a un espejo.
Pero también aquel que se enseña al hijo que aprende a nombrar por los colores
cada órgano. Y el órgano de Mariela Dreyfus es la voz, la música en sí del
poema que se aferra a lo indomesticable, a lo indomeñable. Aunque ambos
poemarios Morir es un arte y Cuaderno músico, abundan en relaciones
familiares, hay un espectáculo que no se resigna a la entrega, es un
espectáculo que señala la necrosis instalada en cierto lugar de la boca que es
el lugar del decir y también del contar.
El no poder, o no haber podido ya no cuentan. Es más la
clandestinidad del sentimiento que se admite sin vergüenza, la escenificación
de conflictos que no se determinan por un estado de claridad. Hay un nudo en la
poesía de Mariela Dreyfus que apenas se disimula, pero del que a la vez se
participa. El lector queda deslumbrado por la intrepidez de este proceso que
no cierra, que no deja de derramar una melodía que surge de una piel morena, o
de un pezón, o de un lápiz que se aprieta más de la cuenta.
Lila Zemborain
Shelter Island, octubre
2014
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