LA LENGUA DEL DECIR
Onda expansiva
Pedro ProvencioAmargord Ediciones. Madrid, 2012
234 páginas. 12 euros
El
lector de este sorprendente libro de Pedro Provencio (Alhama de Murcia, 1943),
pensará en la Antología de Spoon River
de Edgar Lee Masters, las Estelas de
Victor Segalen o Tres lecciones de
tinieblas de Valente, aunque el precedente más cercano sea la polifónica
articulación textual de Imposible Sinaí
de Max Aub. Tras el atentado del 11 de marzo de 2004, Onda
expansiva surge en respuesta a un hecho terrible para el que parecía no
haber palabras. Como una “nota (…) siempre fuera de tesitura”, el yo del poeta
se proyecta en poemas que dan voz a las 191 víctimas de la masacre: son “textos
atribuidos a quienes recibieron con la muerte el carácter de autores”. Un retablo
coral que se pregunta por el porqué de tanta locura: algo encontró allí su fin,
algo se truncó, pero ¿qué se truncó? ¿y por qué no siguió adelante? Y de haber
seguido ¿cómo hubiera sido? Una voz que “cambia de timbre constantemente en
busca / del decir ahora aquí”. No encontraremos ni epitafios ni elegías, ni recuentos
biográficos, sólo ese estado contradictorio y forzado de quienes se han quedado
con la palabra en la boca: su “lengua es el decir”. Un indignado alegato de un
sujeto poético contra la intolerancia que, convertido en “voz de nadie”, se
disuelve en una resonancia de voces, como un “instrumento de viento que exige /
múltiples embocaduras a la vez”. En el instante mismo en que se da voz a las
víctimas dotándolas de lenguaje, el yo se disuelve en el ser propio del
lenguaje de los otros. Un denso entramado de ritmos y timbres, tentativas de
una travesía para devolver la voz proyectándola en todo lo por decir, creando “una
descarga / de temporalidad”. Una estructura tripartita ordena el discurso: en el
primer bloque, central en el libro, el decir de las víctimas da cuenta del
trance de lo por venir, la apertura y el agujereado de lo real o imaginado, del
lenguaje; el segundo viene a interrumpir y contradecir al anterior con el lastre
negador de dichos y tópicos bienpensantes,
la falsedad de lo políticamente correcto e ideológicamente sagrado; el tercero,
dibuja un fondo musical continuo que, en la figura del escriba, reflexiona
sobre lo dicho y escrito. A ese eje vertical se une otro horizontal que, con
sus referencias, ecos y datos científicos, da cuenta de la desgracia humana, de
la historia y la creación misma del mundo y el ser humano. Y como elementos unificadores
las lecturas de la historia de Job o el Libro
de las Lamentaciones, la rabia anti-religiosa ante los libros sagrados y
sus dioses, o la estela musical de las Lecturas
de tinieblas: su lacerante y
reescrita invocación: “Jerusalén, Jerusalén, conviértete ¿a quién?” Un decir
hecho “carne y sangre”, pues en este excepcional libro, llamado a ser una
referencia, “cada instrumento / mueve su viento, menos la voz, / que dice más
de lo que puede”.
ANTONIO
ORTEGA
Publicado en la página
9 de Babelia nº1.096, suplemento del periódico El País, sábado 24 de noviembre
de 2012.
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