jueves, 29 de noviembre de 2012

Antonio Ortega sobre Onda expansiva de Pedro Provencio

 
Antonio Ortega ha escrito una excelente reseña sobre Onda expansiva de Pedro Provencio. No está disponible en la red por lo que la reproduzco aquí:


LA LENGUA DEL DECIR

Onda expansiva
Pedro Provencio
Amargord Ediciones. Madrid, 2012
234 páginas. 12 euros


El lector de este sorprendente libro de Pedro Provencio (Alhama de Murcia, 1943), pensará en la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, las Estelas de Victor Segalen o Tres lecciones de tinieblas de Valente, aunque el precedente más cercano sea la polifónica articulación textual de Imposible Sinaí de Max Aub. Tras el atentado del 11 de marzo de 2004,  Onda expansiva surge en respuesta a un hecho terrible para el que parecía no haber palabras. Como una “nota (…) siempre fuera de tesitura”, el yo del poeta se proyecta en poemas que dan voz a las 191 víctimas de la masacre: son “textos atribuidos a quienes recibieron con la muerte el carácter de autores”. Un retablo coral que se pregunta por el porqué de tanta locura: algo encontró allí su fin, algo se truncó, pero ¿qué se truncó? ¿y por qué no siguió adelante? Y de haber seguido ¿cómo hubiera sido? Una voz que “cambia de timbre constantemente en busca / del decir ahora aquí”. No encontraremos ni epitafios ni elegías, ni recuentos biográficos, sólo ese estado contradictorio y forzado de quienes se han quedado con la palabra en la boca: su “lengua es el decir”. Un indignado alegato de un sujeto poético contra la intolerancia que, convertido en “voz de nadie”, se disuelve en una resonancia de voces, como un “instrumento de viento que exige / múltiples embocaduras a la vez”. En el instante mismo en que se da voz a las víctimas dotándolas de lenguaje, el yo se disuelve en el ser propio del lenguaje de los otros. Un denso entramado de ritmos y timbres, tentativas de una travesía para devolver la voz proyectándola en todo lo por decir, creando “una descarga / de temporalidad”. Una estructura tripartita ordena el discurso: en el primer bloque, central en el libro, el decir de las víctimas da cuenta del trance de lo por venir, la apertura y el agujereado de lo real o imaginado, del lenguaje; el segundo viene a interrumpir y contradecir al anterior con el lastre negador de dichos y  tópicos bienpensantes, la falsedad de lo políticamente correcto e ideológicamente sagrado; el tercero, dibuja un fondo musical continuo que, en la figura del escriba, reflexiona sobre lo dicho y escrito. A ese eje vertical se une otro horizontal que, con sus referencias, ecos y datos científicos, da cuenta de la desgracia humana, de la historia y la creación misma del mundo y el ser humano. Y como elementos unificadores las lecturas de la historia de Job o el Libro de las Lamentaciones, la rabia anti-religiosa ante los libros sagrados y sus dioses, o la estela musical de las Lecturas de tinieblas: su lacerante y reescrita invocación: “Jerusalén, Jerusalén, conviértete ¿a quién?” Un decir hecho “carne y sangre”, pues en este excepcional libro, llamado a ser una referencia, “cada instrumento / mueve su viento, menos la voz, / que dice más de lo que puede”.
ANTONIO ORTEGA

Publicado en la página 9 de Babelia nº1.096, suplemento del periódico El País, sábado 24 de noviembre de 2012.

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